¿Una hada madrina?

viernes, 30 de marzo de 2012

Esa pregunta es la que se hace la pobre Julia cuando ve en los baños de señoras de la primera planta a una señora de punta en blanco y con los dedos cargados de anillos.
Os hablo de mi relato ganador de I Premio de Narrativa Romántica La Máquina China y del que paso a dejaros un fragmento.

Lady Ruth me dejó sorda de un silbido. Se había llevado dos dedos a la boca y todo su glamur había huido a la planta de sus pies.
—¡¡Pabloooo!! ¡Hijo, aquí!
—¡Ruth! —me quejé. ¿Cómo lo llamaba por su nombre? Era el Rey Gaspar—. Los niños…
Sí, los niños… o más bien la niña de la fila de delante, que miraba a Ruth con carita asustada,
supongo que más por el silbido que por el descubrimiento de la identidad secreta del Rey Mago.
—Es su nombre de pila —le explicó Ruth con desenvoltura—; ¿no creerías que alguien iba a ir por el mundo de hoy llamándose Gaspar, verdad, corazón?
A la niña empezó a temblarle la barbilla. Agarré a Ruth del brazo y la obligué a dejarla en paz.
—¡La has traumatizado!
—Estos niños de hoy en día…—chistó con la lengua— sí que se traumatizan por poco… ¡¡Pabloooooooo!!
El Rey Gaspar-Pablo miró hacia donde estábamos. Entornó los ojos intentando ver algo, pero el foco de luz lo cegaba y acabó encogiéndose de hombros y negando con la cabeza.
—Bueno, al menos sabe que hay alguien aquí que lo conoce… —Se dejó caer en la butaca como si su misión hubiera finalizado. Le daba igual que faltara un rey por salir—. ¡¡Herminia!!
¿Se puede saber qué te pasa?
Dejé de mirar a Pablo que, hasta con media cara tapada por la barba y otra media por la peluca,
estaba monísimo y me volví hacia mi madre. Lloraba como una magdalena.
—Nunca me llevaron a ver a los Reyes, nunca, nunca…

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